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En El librito del lenguaje de las flores, Nathalie Chahine nos cuenta que los egipcios hacían un uso sagrado de la amapola. Rociaban las tumbas con pétalos para arrullar a los difuntos en su sueño eterno y, en la mitología griega, era el símbolo de Morfeo, el dios de los sueños. Esta flor silvestre tiene, de hecho, propiedades narcóticas debido a los alcaloides que contiene, como todas las amapolas.
De la farmacopea a la gastronomía
La amapola se ha utilizado durante mucho tiempo como medicina, seca, en infusión o en jarabe, para aliviar la ansiedad, el insomnio y las enfermedades respiratorias. Luego adoptado en cosmética (los egipcios ya lo usaban como maquillaje para colorear los labios y las mejillas) antes de que sus cuatro pétalos extravagantes atrajeran a cocineros y pasteleros.
A mediados del siglo XIX, François-Etienne Desserey, un pastelero de Nemours, en Seine-et-Marne, tuvo la idea de hacer dulces con la amapola que abundaba en estas tierras calizas. Luego aparecen pequeños rectángulos rojos translúcidos marcados con una flor y conocidos por calmar la tos. Una tradición revivida desde la década de 1990 por DenisJullemier, de la confitería Des Lis Chocolat, que ofrece productos elaborados a partir de pétalos recolectados en mayo-junio.
¿Cómo se usa?
Simple, para dar brillo a las ensaladas o como colorante alimentario, como hacían los holandeses con ciertas cortezas de queso. También se utiliza como base de salsas para pescados y carnes blancas, pero también de licores y confitados… Sus hojas pueden sustituir a las espinacas. En Puglia, los brotes jóvenes se recogen antes de la floración para preparar papareno con aceitunas negras, una especialidad de la región de Salento. Sus botones, con sabor a avellana, se pueden comer crudos o dorados en mantequilla. En cuanto a sus semillas, se incorporan a panes y pasteles en Europa del Este.
Artículo publicado en Jeux Délices n°6 junio-julio 2022